La selección del alambre de hierro galvanizado depende de igualar el grosor del recubrimiento de zinc con el nivel de corrosión ambiental. La capa de zinc protege la base de hierro a través del mecanismo de ánodo sacrificial, retrasando la formación de óxido. Generalmente, cuanto más corrosivo sea el entorno, más grueso será el recubrimiento de zinc requerido.
En entornos de corrosión leve (por ejemplo, interiores secos, atmósferas rurales), un recubrimiento de zinc de 20-50 g/m² (aprox. 3-7μm) es suficiente. Estos entornos tienen factores corrosivos mínimos, y la capa de zinc maneja principalmente la humedad ocasional o ácidos/bases débiles.
Para entornos de corrosión moderada (por ejemplo, atmósferas urbanas, áreas industriales ligeras, zonas de alta humedad), se necesita un nivel más alto de protección, con un recubrimiento de zinc de 50-130 g/m² (7-18μm). Tales entornos a menudo contienen dióxido de azufre o partículas de sal, lo que requiere una capa de zinc más gruesa para extender la vida útil.
En entornos de corrosión severa (por ejemplo, regiones costeras, zonas industriales, plantas químicas o áreas de alta temperatura/humedad), el recubrimiento de zinc debe ser de al menos 130 g/m² (hasta 250 g/m² o más). Las altas concentraciones de cloruros, ácidos fuertes o álcalis aceleran el consumo de zinc, lo que requiere un recubrimiento grueso para una protección duradera.
Además, se debe considerar el estrés mecánico en los escenarios de aplicación: la alta fricción o la flexión requieren una buena adhesión y tenacidad del zinc. Consulte las normas internacionales (por ejemplo, ISO 1461) o consulte a los proveedores, y utilice pruebas de corrosión (por ejemplo, pruebas de rocío salino) para cuantificar las necesidades, asegurando una durabilidad y rentabilidad óptimas para el alambre de hierro galvanizado en entornos específicos.
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